Esta fumada tiene una historia particular y nostálgica, todo comenzó el pasado mes de noviembre de 2012 en un viaje de trabajo a la ciudad de Cuenca, que comparte con Cáceres ser ambas Patrimonio de la Humanidad, se sucedería un encuentro con un amigo y compañero de trabajo el doctor Algarra, después de cenar, se levantó y fue a su abrigo, de ahí sacó con gran alegría este ejemplar de Montecristo que hoy reseñamos. Me hizo gran ilusión su detalle, me comentó que había sido traído directamente de la isla por una buena amiga suya, ante su insistencia que me lo fumara aquella noche y ante la falta de medios que teníamos en ese momento, decidí no hacerlo. De regreso a Cáceres lo acondicioné en mi humidor, esperando el momento ideal para su fumada. Este Montecristo nº4 nos trae recuerdos pretéritos con el doctor Algarra, pues eran las mismas vitolas con los que festejábamos los finales de los Encuentros Anuales que se realizaban en nuestra empresa, se servían montañas de esta mareva en bandejas de plata, cada uno se servía un ejemplar y fumábamos gustosos y contentos en un ambiente agradable y distendido. Me hubiera gustado compartir la fumada con él, hacerle llegar esta reseña que hoy anotamos, pero no va a ser posible, tal vez hubiera sido mejor haber fumado este habano en su compañía, comentándole directamente los sabores y aromas, texturas y sensaciones con la narración de cualquier suceso histórico, el último de aquella noche fue el Hambre de Postguerra en Extremadura, el Doctor Algarra era un médico humanista, de aquellos que pocos quedan, no solo sabía de medicina sino que tenía multitud de recursos para disfrutar de su compañía, pero sobre todo lo que más le apasionaba era la historia. Cuantos recuerdos vienen cargados de emoción en este fumada. Doctor Algarra muchas gracias por este regalo y por tu amistad que siempre tendré presente en mi memoria.
Tenemos ante nosotros el cigarro habano más consumido en nuestras latitudes, la mareva que todo buen fumador ha de fumar alguna vez en su vida para sacar sus propias conclusiones. Una labor realizada totalmente a mano con hojas de las vegas de Vuelta Abajo, presenta un formato parejo, con forma cúbica debido a la disposición en el empaque, está bellamente vestido con una preciosa capa fina y bien tratada de color colorado maduro con venas marcadas y homogeneidad en la tonalidad en todo el recorrido, solo un pequeño pero, la perilla dignamente realizada, presenta un desconchó que afea la visión de este bonito ejemplar. Dispone de una buena carga de tabaco, entre las manos se nos muestra ligeramente oleoso que hace deslizar con cierta facilidad los dedos por todo el habano, cuando comprobamos el apriete vemos que dispone de una suavidad que antecede una buena fumada, todo es homogeneidad sin ninguna dureza aparente. La anilla clásica cubana de Montecristo, brillante y suave, de fondo marrón puro, dominada en el centro por la hoja de lis en color blanco enmarcada en doble anillo concéntrico, en el círculo interior el motivo floreado y en el círculo exterior en letras blancas en la parte superior “MONTECRISTO” y en la parte inferior “HABANA”, se remata la anilla a ambos lados con formas rectas paralelas y con motivo interior cenefado circular con colores blancos sobre fondo marrón puro. Aunque es un regalo y no he podido ver el empaque, éste debiera ser un cajón habilitado con 25 habanos en dos capas de 12 + 13 con separación de lámina de cedro, no tenemos referencia de identificación ni de fecha de manufactura. El corte es realizado posterior al encendido con cortapuros de dos hojas marca XICAR, con algo menos de tres cuartos del cepo, siendo el resultado recto, homogéneo pero con un desprendimiento importante de la perilla, he tenido todo el cuidado posible pero la perilla que estaba dañada ahora se ha desprendido gran parte, quedando visible el capote. Se realiza el encendido con varilla de cedro preencendida con mechero Bic. En nariz el habano en frio nos ofrece aromas dulzones con mezclas de maderas y recuerdos de tierra mojada, también se dejan sentir aromas levemente empíreos como chocolate, todos aromas de la tierra de Cuba.
Resguardado del viento enciendo mi Montecristo en el exterior, he
preenciendo la varilla de cedro con el encendedor Bic, mimo el habano
acercándolo ligeramente la llama y giro pausadamente hasta lograr el
anillo de brasa, acompaño con movimientos muy ligeros de muñeca para
lograr la homogeneidad del encendido, una vez logrado la brasa deseada
acerco el cortapuros y realizo el corte. En el inicio atesora un tiro
excelente, con buena carga de humo en boca y un resultado placentero de
exhalación de humo blanco y sedoso que inunda la zona de un buen aroma.
La combustión se muestra en principio homogénea, pero en el desarrollo
del tercio requiere una corrección que realizo con el encendedor Bic,
presentando a la vista una ceniza de tonalidad gris oscura, con anillos
extensos de color negro, cuando cae el primer bloque de ceniza bastante
prolija y compacta queda un resultado totalmente plano. Llegan aromas en
nariz que recuerdan a maderas, leves notas cafeteras, que se dan más en
el sabor, ya en boca acompañan notas tostadas, empíreas como decíamos,
bastante seca la sensación incluso sin llegar a ser astringente, si que
llega un amargor en el retrogusto que no es totalmente de mi agrado. La
fortaleza la situaremos en un rango de la gama media. Antes de concluir
el primer tercio refresco mi paladar con agua fresca de pozo.
Entrando en el segundo tercio de nuevo el tiro se muestra excelente,
buena ligada para este ejemplar, uno de los conocidos problemas de esta
vitola es la ausencia de tiro en algunas unidades, en el caso que
reseñamos como digo se comporta de manera muy digna y placentera. Con la
rectificación realizada en el tercio anterior ha sido suficiente para
lograr que su comportamiento en este segundo tercio sea pareja y
homogénea. Persiste el aroma de maderas, tonos cafeteros, aromático en
toda su extensión que hace muy agradable el momento, sin embargo con
respecto al sabor de nuevo asaltan notas amargas que se mezclan con las
sensaciones madereras, cafeteras o torrefactas, con puntas leves de
dulzor mezcladas con restos de especias, tanto el dulzor como lo
especiado llegan con mucha levedad, a medida que avanza el tercio la
notoriedad de lo especiado llega con mayor notoriedad. Con respecto a la
ceniza el comportamiento es prolijo, extenso y compacto con una ceniza
gris oscura con anillos amplios de mayor oscuridad cromática, algo
despeinada en alguna zona, pero sin llegar a afear el resultado, cuando
vuelva a caer nos muestra de nuevo la planeidad absoluta. La fortaleza
podemos decir que la mantenemos como en el tercio anterior, rondando la
gama media. En este segundo tercio se presenta un problema con la zona
de la perilla, como decíamos en principio estaba algo desprendida, con
el corte se desprendió una zona, y ahora se resquebraja la misma cada
vez que damos una calada porque la fina hoja de la capa se queda pegada a
los labios y hay que tener bastante cuidado para no despegarla del
todo. Con tanto mimo que estamos teniendo, en un descuido se ha apagado
el habano y tengo que volver a reencender para entrar en el último
tercio, ahora lo hago por comodidad con encendedor Bic.
Entramos en el tercer y último tercio con la desagradable presencia
del apagado y el nuevo reencendido, se nos vuelve a presentar un tiro
excelente, con una carga de humo en boca que hace el deleite del
fumador, con exhalaciones de humo blanco, sedoso y muy cremoso. Con el
reencendido tenemos una combustión pareja y homogénea con un resultado
de ceniza compacta de tonalidad gris más clara que el resto de los
tercios, cuando está a punto de alcanzar la ceniza la anilla cae de
nuevo y otra vez la planeidad se hace presente. Los aromas persisten
como en los tercios anteriores y el sabor ahora es más tímido al
eliminar la concentración de los sabores con el corte antes realizado
para el reencendido, encontramos notas madereras, tostadas, cafeteras,
mayor presencia del especiado, pero sigue permaneciendo ese amargor que
ha presidido toda la fumada y a que mi particularmente no me satisface
plenamente. La fortaleza no aumenta y quédase ésta en el grado medio,
fortaleza que ha sido fiel de principio a fin de la fumada. Y allí
descansa este regalo que me acompañó durante 79 minutos en su lugar
deseado.
Durante toda la fumada ha estado en mi
presente la compañía de mi amigo y compañero doctor Algarra, me hubiera
gustado haber fumado este ejemplar en su presencia, pero ahora en la
soledad del estío de este mes de agosto de nuevo ha venido a mi recuerdo
en esta fumada su figura, momentos memorables de hechos pretéritos, y
una conversación que tengo presente siempre, durante un descanso en una
sesión de trabajo en Toledo hablábamos de Historia, de las hazañas del
Gran Capitán, a ninguno de los dos nos salía en ese momento el nombre
completo de este ilustre personaje, seguimos con la sesión y ambos
seguíamos pensando en el nombre, al finalizar y cuando él se marchaba
para Cuenca y yo para Cáceres, me dijo: “Ismael, Ismael, el nombre es
Gonzalo Fernández de Córdoba”. Que gran persona, que gran amigo. Y
aunque no fue un habano memorable si que ha sido una fumada memorable y
plausible. Hasta siempre doctor Algarra.
Amigo Ismael. Texto conmovedor y muy sentido. Gracias por mantener vivo el recuerdo. Jorge Cabrera.
ResponderEliminarEs importante no quemarlo para que conserve el sabor al tabaco natural.
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